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Pocos son los cristianos que comprenden a fondo la exigencia radical que encierra la total conversión de vida para despojarse del hombre viejo y renovarse en el hombre nuevo, que es Jesucristo (col.3,9) Felipe de las Casas que quiso llamarse "de Jesús" cuando por fin llegó a convertirse plenamente, es un espléndido ejemplo de esa comprensión cordial y práctica de lo que significa e implica la auténtica conversión. Felipe nació en la ciudad de México el año de 1572, hijo de honrados inmigrantes españoles. En su niñez se caracterizó por su índole inquieta y traviesa. Se cuenta que su aya, una buena negra cristiana, al comprobar las diarias travesuras de Felipillo, solía exclamar, con la mirada fija en una higuera seca que, en el fondo del jardín, levantaba a las nubes sus áridas ramas: "Antes la higuera seca reverdecerá, a que Felipillo llegue a ser Santo"... El chico no tenía madera de Santo ... Pero un buen día entró en el noviciado de los franciscanos dieguinos; mas no pudo resistir su austeridad y otro buen día se escapó del convento. Regresó a la casa paterna. Ejerció unos años el oficio de platero, si bien con escasas ganancias; por lo que su padre Alonso de las Casas lo envió a las Islas Filipinas a probar fortuna, Felipillo contaba ya para entonces con dieciocho años. Se estableció en el emporio de artes, riquezas y placeres que era en esos tiempos la ciudad de Manila. Nuestro joven gozó por un tiempo de los deslumbrantes atractivos de aquella ciudad; pero pronto se sintió angustiado: el vacío de Dios se dejó sentir muy hondo, hasta las últimas fibras de su ser; en medio de aquel doloroso vacío volvió a oír muy ténue la llamada de Cristo: " Si quieres venir en pos de mí, renuncia a ti mismo, toma tu cruz y sígueme¨ (Mt.16.24). Y Felipe volvió a tomar la cruz, y entró con los franciscanos de Manila y ahora si tomó muy en serio su conversión ... Oró mucho, estudió, cuidó amorosamente a los enfermos y necesitados, y un buen día le anunciaron que ya podía ordenarse sacerdote, y que, por gracia especial, esa ordenación tendría lugar precisamente en su ciudad natal, en México, a la vista de sus Padres y amigos de la infancia ... Se embarcó juntamente con Fray Juan Pobre y otros Franciscanos, rumbo a la Nueva España; pero una gran tempestad arrojó el navío a las costas del Japón, entonces evangelizado, entre otros, por Fray Pedro Bautista y algunos hermanos de su provincia Franciscana de Filipinas. Felipe se sintió dichoso, ahora podría ahondar más en su conversión, esforzándose por convertir a muchos japoneses. Las conversiones en Japón aumentaban día a día; pero entonces estalló la persecución de Taicosama contra los Franciscanos y sus catequistas. Nuestro Felipe por
su calidad de náufrago, hubiera podido evitar honrosamente la prisión
y los tormentos como lo habían hecho, Fray pobre y otros compañeros
de naufragio, pero Felipe rechazó a fondó, hasta abrazarse
del todo con la cruz de Cristo. Siguió, pues, hasta el último
suplicio a Pedro Bautista y demás misioneros franciscanos que desde
hacía años evangelizaban el Japón.
Felipe fue el primero en morir en medio de todos aquellos gloriosos mártires. Sus últimas palabras fueron: " Jesús, Jesús, Jesús". Felipe se había convertido plena y totalmente a Cristo era el 5 de febrero de 1597. Cuenta la leyenda que ese mismo día la higuera seca de la casa paterna reverdeció de pronto y dió fruto. Pero volvamos a la historia: Felipe fue beatificado, juntamente con sus compañeros de cruento martirio, el 14 de septiembre de 1627. El 8 de junio de 1862, fue canonizado. Felipe, el joven que supo convertirse hasta dar la vida por Cristo, ha sido declarado patrono de la ciudad de México y de su Arzobispado. " Seréis mis testigos" " A lo largo de veinte siglos de historia, las generaciones cristianas han afrontado periódicamente diversos obstáculos a esta misión de los mismos evangelizadores de estrechar bajo distintos pretextos su campo de acción misionera; por otra, las resistencias, muchas veces humanamente insuperables de aquéllos a quienes el evangelizador se dirige. Además, debemos constatar con tristeza que la obra evangelizadora de la iglesia es gravemente dificultada, si no impedida, por los poderes públicos. Sucede, incluso en nuestros dias, que a los anunciadores de la palabra de Dios se les priva de sus derechos; son perseguidos, amenazados, eliminados sólo por el hecho de predicar a Jesucristo y su evangelio. pero abrigamos la confianza de que finalmente, a pesar de estas pruebas dolorosas, la obra de estos apóstoles no faltará en nunguna región del mundo. No obstante estas adversidades, la Iglesia reaviva siempre su inspiración más profunda, la que le viene directamente del Maestro. A todo el mundo... A todas las criaturas... Hasta los confines de la tierra. Hoy en día en el lugar del Martirio de San Felipe de Jesús y sus compañeros, alla en la Ciudad de Nagasaki, se levanta un Parque en Memoria de los 26 Santos Martires y la Catedral-Museo en honor a todos ellos.
Para más información,
puede visitar el lugar en Nagasaki, Japón o bien dar click en el
siguiente enlace para ver el lugar en Google Earth
Investigación:
LCC Juan Carlos Olivares Morales
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